- Casi un año después de que empezaran las protestas en el norte de Marruecos, las cárceles de Alhucemas y Casablanca están llenas de activistas rifeños detenidos
- Muchos de ellos llevan un mes en huelga de hambre y sus familiares alertan de que sus vidas están en peligro
- Nueva marcha en Alhucemas: la represión continúa en el Rif
El adolescente Ismael explica que muchos de sus amigos llevan meses encerrados en un centro de menores en Nador por salir a la calle a protestar. También que otros tantos chavales se siguen lanzando cada semana en pateras a las costas andaluzas y a Melilla huyendo del conflicto rifeño porque se sienten perseguidos por la policía. “Esta semana se fue una vecina mía que tiene 14 años. Ahora ya está en Granada”.
Ismael lo cuenta desde la plaza de Buyibar, el barrio de Alhucemas donde el 20 de julio murió el joven Imad El Attabi después de que un cartucho de gas lacrimógeno lanzado por los antidisturbios marroquíes le impactara en la cabeza. Ya ha pasado casi un año desde que el pueblo rifeño saliera a la calle para pedir al gobierno y al rey una serie de mejoras sociales tras la muerte del pescadero Mouhcine Fikri, aplastado dentro de un camión de basura cuando intentaba recuperar el pescado que le había confiscado las autoridades.
Esas reivindicaciones (un hospital oncológico; una universidad; nuevas carreteras para reducir; programas de empleo…) se convirtieron en pocos meses en manifestaciones de miles de personas que pedían la liberación de los activistas que la policía, que llegaba al norte desde Rabat, iba deteniendo durante las protestas en las calles y en redadas nocturnas en los barrios.
Hoy ya van casi 500 personas encerradas en las cárceles de Alhucemas y Casablanca. Muchas de ellas están acusadas de desobediencia al participar en manifestaciones no autorizadas y provocar daños a bienes públicos. El viernes, sus familiares estuvieron en la capital del reino alauita dando una rueda de prensa en la sede de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH). “Hace 23 días que los 35 activistas detenidos en Casablanca empezaron una huelga de hambre”, explicaron. “Su salud se ha deteriorado mucho, algunos están muy graves y han sido hospitalizados“, dijo Benhamani Said, uno de los abogados que lleva la defensa de los presps.
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